29/8/07

Si Peter Pan viniera

Uno de los finales más tristes de toda la literatura universal es el final de Peter Pan.

El tiempo ha pasado y Wendy es toda una mujer, tiene una hija, hermosa, tan hermosa como lo era ella la primera vez que pisó Nunca Jamás de la mano de Peter Pan. Wendy acaba de acostar a su niña, la habitación está a oscuras. De repente se abren las ventanas de par en par, contra el cielo estrellado se recorta la figura de Peter Pan. Wendy, vine a por ti. Es el tiempo de la limpieza de la primavera. Tienes que cuidar de mí y de los niños perdidos. Pero Wendy le confiesa que se ha olvidado de volar. No malgastes en mí el polvo de las alas de las hadas, le dice. Peter Pan, que aún es un niño, no entiende nada. Wendy le dice, encenderé la luz para que comprendas. Y por primera vez en su vida, que nosotros sepamos, Peter Pan tiene miedo y sólo acierta a decir: no enciendas la luz.

Esta noche encenderemos la luz con la certeza de que si Peter Pan viene a buscarnos podremos sostenerle la mirada sin darle un susto de muerte. Si Peter Pan viene a buscarles, no lo duden, miren su cara, y emprendan esa urgente huída. Y que no me entere yo que se marchan sin nosotros.


Ismael Serrano

24/8/07

Querido Ben

Querido Ben:

Una vez soñé que te perdía. Estábamos en
unos icebergs y no me acuerdo si tú te alejabas flotando de mí o yo de ti. Pero
recuerdo que me desperté a tu lado, era media noche y estaba lloviendo, como
hoy. Te oí respirar y me calmé. Era como si nos habláramos sin palabras. Me
pregunto cómo y cuándo aprendimos ese lenguaje secreto. Sólo sé que en algún
momento, en los silencios, te oía. Y ahora sólo me quedan las palabras, estas
palabras inútiles cuando lo único que quiero es volver a estar a tu lado. Hacer
que te sientas seguro, ayudarte a dormir. Recuperarte.

Felicity

23/8/07

Un miedo

Esa noche, es decir, hacía unas horas, el Poco la había acompañado a su casa, como siempre. Al cruzar la acera, cuando doblaron la plaza, el Poco la había agarrado de un hombro. Tenía la palma ardiente y seca, como de fiebre. Entonces ella le cogió la mano y le apretó suavemente los ásperos dedos contra su cuello. Anduvieron así un buen rato, quietos, sin hablarse, como disimulando su contacto. Pero cuando llegaron al portal el Poco se desasió bruscamente y se marchó sin añadir palabra. Bella intuyó entonces que la noche iba a ser larga, una noche de insomnio y muchos trenes. Cuando Bella dormía sola, en la habitación siempre había un rincón habitado por el miedo. A veces se quedaba ahí quieto, sin salir, sin atacarla, pero aún así ella sabía que existía, que permanecía agazapado. A veces el miedo aprovechaba los chirridos de la oscuridad, los crujidos del silencio, y entonces salía de su rincón y caía sobre ella como un rayo. Era su propio miedo, la conocía bien, y no había manera de defenderse de él. En esos casos Bella se limitaba a encogerse en la cama, a arrimar la espalda a la pared y esperar que amaneciera. Era un miedo muy pertinaz.

Rosa Montero

9/8/07

Despertar

He determinado por corroborar que la acción más importante en mi vida es despertar. Despertar del letargo impuesto por la espesa realidad. Despertar cada mañana y beber un café comprobando que el mar sigue ahí, gozándolo a través de las ventanas de mi refugio hexagonal. Despertar y beber un café y mirar al mar, esa es mi máxima aspiración.

Zoé Valdés