5/9/07

Asustada


Rodrigo estaba muy asustado, y hablaba con más severidad de la que acostumbraba. Escuchaba de fondo los pasos de Elsa, atrás y adelante, sobre las maderas del pasillo. Tarde llegó la respuesta.

–No tienes ni idea de lo que es esto. No puedes ni imaginarlo. Crees que tienes todas las soluciones, ahí, seguro en Desrein, sin nada que temer. Para ti es fácil decir haz, ven, no pasa nada. Haré lo que me parezca.

–¿Qué quieres decir con eso?

–¿Tú qué crees?

También ella estaba asustada. No era aquello lo que quería decir. Ven, Rodrigo, ámame, no me dejes, no permitas que piense, consuélame, dime lo que necesito oír, tú debes saberlo, tú me conoces, tú me quieres. Pero a cambio dijo:

–No sé ni lo que digo. Te llamaré luego, Rodrigo.

Él colgó sin contestar, y no supo si le había llegado su disculpa.

–Rodrigo…

Entonces el mundo se desintegró definitivamente, y sintió lo que era vivir sin aire. Respiró muy profundamente, creyendo que se ahogaba. Dejó el auricular en su sitio y recorrió el pasillo con un dedo siguiendo la pared. Dudó por un momento. Cogió la chaqueta y las llaves.

Espido Freire