6/9/07

Promesas extremas

Estábamos frente a frente, despegados del mundo, de sus anomalías. Éramos dos estatuas vibrantes, sin más horizonte que nuestro amor:

– Nunca dejaré de quererte –le prometí.

Jamás pronuncié un “nunca” más sincero que aquél; sin embargo, no podía ser más absurdo. Tenía la petulancia de los “siempre”, de los “eternamente”, de los “para toda la vida…”. Yo no podía adivinar que a aquella edad las promesas extremas son siempre palabreos sin destino, voces que al menor tropiezo se estrellan contra el silencio.


Mercedes Salisachs