31/1/08

Falso destino

¿Adónde ir si de la noche a la mañana se desea alcanzar lo incomparable, lo fabulosamente diverso? La cosa estaba clara. ¿Qué estaba haciendo allí? Se había equivocado. Era allí abajo adonde había querido ir. Y no tardó en enmendar el falso destino. A la semana y media de su llegada a la isla, entre las brumas matinales, una veloz lancha lo condujo, a él con su equipaje, al puerto militar, donde sólo bajó a tierra para subir acto seguido a una pasarela y pisar la húmeda cubierta de un barco que se disponía a zarpar rumbo a Venecia.

Thomas Mann