23/8/07

Un miedo

Esa noche, es decir, hacía unas horas, el Poco la había acompañado a su casa, como siempre. Al cruzar la acera, cuando doblaron la plaza, el Poco la había agarrado de un hombro. Tenía la palma ardiente y seca, como de fiebre. Entonces ella le cogió la mano y le apretó suavemente los ásperos dedos contra su cuello. Anduvieron así un buen rato, quietos, sin hablarse, como disimulando su contacto. Pero cuando llegaron al portal el Poco se desasió bruscamente y se marchó sin añadir palabra. Bella intuyó entonces que la noche iba a ser larga, una noche de insomnio y muchos trenes. Cuando Bella dormía sola, en la habitación siempre había un rincón habitado por el miedo. A veces se quedaba ahí quieto, sin salir, sin atacarla, pero aún así ella sabía que existía, que permanecía agazapado. A veces el miedo aprovechaba los chirridos de la oscuridad, los crujidos del silencio, y entonces salía de su rincón y caía sobre ella como un rayo. Era su propio miedo, la conocía bien, y no había manera de defenderse de él. En esos casos Bella se limitaba a encogerse en la cama, a arrimar la espalda a la pared y esperar que amaneciera. Era un miedo muy pertinaz.

Rosa Montero

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que al sentirse acompañado por el Poco, ya no tendría tanto miedo.

Unknown dijo...

Como se nota que has vuelto... y coo te gusta Rosa Montero eh??? besotes.

mismilcosas dijo...

Hola, me alegro que las vacas esten yendo geniales!! Yo sigo con mucho curro...
Intentaré conseguir la cancion que dices para oirla y deleitarme :)
Mil gracias y animo con el resto de verano que aún te queda!!!

Muas :)